La tarde de 22 de mayo de 1960, en San Carlos de Bariloche, el aire frío de la Patagonia se sentía como de costumbre. El lago Nahuel Huapi reflejaba la luz del sol, los trabajadores del muelle realizaban sus tareas y los navegantes iban y venían. Sin embargo, a las 15:11, todo cambió. En Valdivia, Chile, ocurrió un terremoto de 9,5 grados de magnitud, el más poderoso de la historia, cuyas ondas sísmicas cruzaron la cordillera y provocaron un fenómeno inesperado en el lago Nahuel Huapi. Ese día se produjo un tsunami lacustre que sorprendió a todos los presentes en el muelle.
Diversas personas se encontraban en el lugar, entre ellos Andrés Kempel y Julio Frattini, quienes lamentablemente perdieron la vida en medio de la tragedia. El lago Nahuel Huapi, que había sido un espejo de tranquilidad, se convirtió en un monstruo de agua que destruyó parte del muelle y varias embarcaciones. La comunidad de Bariloche quedó impactada por lo sucedido, marcando a la sociedad de la época.
Este evento, conocido como “lagomoto”, generó un gran desconcierto entre los habitantes de la ciudad. Expertos en geología como Gustavo Villarosa, han estudiado este fenómeno para comprender mejor la historia geológica de los lagos patagónicos. Se ha concluido que los sismos, la inestabilidad de los sedimentos y las cuencas profundas son factores que pueden desencadenar tsunamis en lagos.
A pesar de que el Nahuel Huapi actualmente esté en calma, la memoria de este evento trágico sigue presente en la ciudad. A través de investigaciones científicas se ha logrado reconstruir lo ocurrido y entender mejor la naturaleza del lugar. La geología nos recuerda que debemos estar preparados para afrontar futuros eventos naturales, ya que la naturaleza no tiene reloj, pero sí ciclos que pueden repetirse en cualquier momento.